viernes, 23 de octubre de 2009

Un Sombrero lleno de Cerezas (Un Cappello pieno di Ciliege, 2008), de Oriana Fallaci

En esta obra póstuma, titulada Un sombrero lleno de Cerezas, (Un Cappello pieno di Ciliege) publicado originalmente en 2008, la florentina Oriana Fallaci (1929 – 2006) nos relata la historia de sus ancestros, de aquellas personas que a lo largo de unos 250 años fueron dejando su rastro en los genes, que finalmente, llegarían a formar parte de Oriana.
Idea concebida hacía muchos años y postergada ante los retos diarios de su vida, ocupó con las investigaciones en todo tipo de archivos y en viajes para conocer los sitios en los que sus antepasados vivieron, los últimos 15 años de su vida, con una intensidad frenética a partir del momento en que conoce el mal dolent que le aqueja, también heredado junto con los genes, y que la vencería un 15 de Septiembre.
Obra de lectura amena, que recoge la historia italiana vivida a través de sus familiares, un relato que nos atrapa desde el primer momento con la prosa ligera, cautivadora y amorosa con que Oriana Fallaci desglosa su viaje a sí misma, a caballo del reencuentro con sus mayores.
Su lectura es ineludible, tanto para quien desee pasar un buen rato, como para quien esté interesado en la historia, en las costumbres, o en los modos de vida de un cuarto de milenio, que además supuso la incorporación de grandes descubrimientos que nos han facilitado nuestro día a día.
Figura en esta sección por la exposición que hace de Caterina, una antecesora en el linaje, empeñada en aprender a leer y a escribir, lo cual acaba consiguiendo al casarse con Carlo, que la instruye; tanto es su interés, que llega a desplumar a ocas vivas para conseguir plumas y a utilizar sabanas y almohadones como papel, cuando éste se acaba.
Señalamos algunos párrafos extractados de ese capitulo, ya que sería muy largo reproducirlo íntegramente.

“La pluma, afilada demasiadas veces, se había quedado cortísima, y la pella de tinta sólida había quedado reducida a una baya”
“La tinta fue el problema menor”
“Consistía en hacerse con algo de goma arábiga, disolverla con vino de calidad…”
“El problema de la pluma resultó más peliagudo: las que pagaron la cuenta, fueron, sí, las ocas que les regaló…”
“Pero para entonces Caterina ya contaba con una remesa suficiente como para abastecerla durante años: el problema de la pluma se había solventado”