Cuenta la historia que Lewis Edson Waterman nació en 1837 en Decatur, condado de Otsego, New YorK , donde recibió una educación más bien limitada. A los 16 años se translada con su familia a Illinois, donde trabajaba en los veranos como carpintero y en los inviernos como maestro escolar, ya que debido a su gran interés aprendió de forma autodidacta. Después trabajó como agente de una editorial y como maestro de taquigrafía, y al volver a New York empezó con una compañía a vender seguros de vida.
A principios de 1880 y en el momento en que se va a producir la firma final de un importante contrato, su pluma -la mejor del momento- inunda de tinta el preciado documento, estropeándolo. En el espacio de tiempo que tardó en volver a su oficina para preparar un nuevo contrato, un rival se aprovecho de la ocasión y consiguió la ansiada firma que dejaba a Waterman fuera del negocio.
En vez de desanimarse, y viendo los problemas del mal funcionamiento de las plumas, se puso a buscar una solución.
Comprendiendo que la mayor dificultad era conseguir el flujo de tinta de forma idónea, comenzó a desarrollar un alimentador -la pieza que está debajo del plumín-con la idea en la cabeza del principio de capilaridad. Después de muchos experimentos, usando tan solo una navaja, procedió a realizar un alimentador con una hendidura de poca profundidad que incorporaba dos cauces, uno junto a cada pared, por donde subía el aire, y un tercer cauce en el medio, entre las otros dos, por la que bajaba la tinta de forma homogénea y fluida, y que resolvía el, hasta ese momento, gran problema que suponían los continuos borrones que se escapaban de las plumas.
Después de 3 años de arduos trabajos Waterman solicitó la debida patente, que le fue concedida el 12 de Febrero de 1884.
Este famoso alimentador hizo de las plumas objetos prácticos y fiables y fundamentó el nacimiento de las plumas-fuente, fountain pen en ingles, posibilitando su despegue hacia su uso cotidiano y masivo; fue el nacimiento de la pluma estilográfica como la conocemos en la actualidad.
Un sencillo y gran hombre, para un sencillo y gran invento.