
En ella, Toru Watanabe, a la espera de salir del avión en el Aeropuerto de Hamburgo escucha la canción de los Beatles, Norwegian Wood.
La melodía despierta los ecos de los recuerdos de su juventud, vivida en los turbulentos años sesenta en su Tokio natal. La memoria va desgranando sus vivencias junto a Kizuki, su único y mejor amigo; Naoko, la inestable y misteriosa novia de éste y de la desenfadada Midori, actores que se aderezan con otros llamativos personajes.
El sexo, el amor y la muerte están presentes en todo momento, ya que algunos de los figurantes no consiguen ser capaces de alcanzar el equilibrio emocional necesario para hacer realidad sus esperanzas juveniles, sucumbiendo en el intento de encontrar su sitio en el “mundo”.
Haruki Murakami, al contrario que otros escritores del País del Sol Naciente, tiene una prosa ligera, diríamos que muy occidental, llegando al lector de manera directa y clara, logrando que la obra se lea de un tirón; consigue transmitir el paisaje urbano de una forma tan fácil, que pasear de su mano por Tokio, se torna tan sencillo como hacerlo por tu barrio, y que las vivencias emocionales de los personajes, nos sean tan cercanas como nuestras propias experiencias.
Hemos seleccionado algunas de las frases donde habla de escribir, de plumas y de tinta.
“Escribía sentado a la mesa, y cuando la mano derecha, que sostenía la pluma, empezaba a dolerme…”
“Después tomé una taza de café negro como la tinta”.