
Recordemos que cuando se publica esta obra Mario Benedetti atesoraba 22 largos años de vagar por diversas oficinas y es desde su propia experiencia que nos regala esos pensamientos, esos devaneos metales que el convierte en magistrales poemas.
Algunos de ellos hablan de plumas, de escritura, de tinta… y eso los hace dignos de figurar en nuestra selección de textos.
ANGELUS
Quien me iba a decir que el destino era esto.
Ver la lluvia a través de letras invertidas,
Un paredón con manchas que parecen prohombres,
El techo de los ómnibus brillantes como peces
Y esa melancolía que impregna las bocinas.
Aquí no hay cielo,
Aquí no hay horizonte.
Hay una mesa grande para todos los brazos
Y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.
Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
Siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,
Y, claro, está prohibido llorar sobre los libros
Por que no queda bien que la tinta se corra.