lunes, 5 de septiembre de 2011

Angelus, por Mario Benedetti

Segunda entrega de un poema de la obra de Mario Benedetti titulado Poemas de la oficina (1953-1956), su primer gran éxito como escritor; a partir de la anodina existencia que se desarrolla en las oficinas, Benedetti rescata las pequeñas anécdotas, los sentíres mundanos de quienes durante muchas horas al día dejan su agudeza visual entre cifras y ordenes de algún jefecillo mediocre, de mezquina y gris vida burocrática y nos acerca a los pensamientos que vagan en busca de un lugar común, que es el de todos nosotros, haciéndonos partícipes de los sueños y anhelos que fluyen con la misma ligereza que la pluma se desliza por el papel.
Recordemos que cuando se publica esta obra Mario Benedetti atesoraba 22 largos años de vagar por diversas oficinas y es desde su propia experiencia que nos regala esos pensamientos, esos devaneos metales que el convierte en magistrales poemas.
Algunos de ellos hablan de plumas, de escritura, de tinta… y eso los hace dignos de figurar en nuestra selección de textos.


ANGELUS
Quien me iba a decir que el destino era esto.
Ver la lluvia a través de letras invertidas,
Un paredón con manchas que parecen prohombres,
El techo de los ómnibus brillantes como peces
Y esa melancolía que impregna las bocinas.

Aquí no hay cielo,
Aquí no hay horizonte.

Hay una mesa grande para todos los brazos
Y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.

Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
Siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,
Y, claro, está prohibido llorar sobre los libros
Por que no queda bien que la tinta se corra.