viernes, 13 de julio de 2007

Plumas antiguas: Alimentadores, plumines y boquillas

En las estilográficas antiguas o “vintage”, el alimentador se inserta en la boquilla por presión y deslizamiento de éste y el plumín; pero al no tener ningún tope, podemos encontrarnos con ejemplares un poco “chocantes” estéticamente.

La alineación del alimentador y el plumín es muy sencilla; basta poner en contacto la cara del alimentador que tiene los canales hendidos con la parte inferior del plumín. Ahora bien, la profundidad a la que ponemos a éstos dos dentro de la boquilla, es algo totalmente opcional; veamos a continuación la representación un poco exagerada de algunos casos, para tener una idea más aproximada de cómo deberían estar colocados.

ALIMENTADOR, RESPECTO AL PLUMIN:

A: Colocado muy bajo. Como podemos ver, la tinta no llegará al punto por la falta de contacto entre el canal del alimentador y el corte del plumín.

B: Colocado en su sitio. Perfecta alineación de ambos, con lo cual debería funcionar sin problemas.

C: Colocado muy alto. Dependiendo del alimentador y el plumín, también nos dará disgustos.

ALIMENTADOR Y PLUMIN, RESPECTO A LA BOQUILLA:

D: Muy metidos. Debido a la deformación del plumín, provocada al tener que ajustarse al hueco de la boquilla, tendremos problemas de poca fluidez de tinta, de “rascar” el punto, etc.

E: En su sitio. Perfecta alineación, con lo cual debería funcionar sin problemas.

F: Muy sacados. El plumín tiene poca sujeción en la boquilla y por consiguiente al hacer presión para escribir podría deformarse, se separará mucho del alimentador y perderá flujo de tinta, podemos hacer presión sobre el alimentador y provocar su rotura; y sobre todo, pudieran derivarse roturas o deformaciones en el plumín al poner el capuchón, si éste tiene menos hueco interno que lo que asoma el plumín.

Muchos fabricantes hicieron los plumines de diferentes tamaños que se ajustaban a sus correspondientes boquillas, pero generalmente, los reparadores no lo tenían tan en cuenta; máxime en épocas de gran escasez -como las provocadas por las dos guerras mundiales- en las que ponían lo que buenamente tenían más a mano, para solventar el problema.

En estos casos, un buen método para saber cuánto debe asomar un plumín, consiste en guiarnos por criterios estéticos o de belleza. Teniendo en cuenta los datos anteriores, enseguida aprenderemos a ver que un plumín está muy metido o muy sacado, porque no nos gustará visualmente.