viernes, 3 de agosto de 2007

Secantes Publicitarios: Otra Historia

Aproximadamente hasta finales del siglo XIX se usaban polvos de talco para secar el exceso de tinta que, tanto las plumas de ave como posteriormente los palilleros provistos de plumines metálicos, dejaban sobre el papel.
Después apareció un papel en cuyo proceso de fabricación no se incorporaba cola, con lo cual tenia un gran poder de absorción de liquido.
Poco a poco fue ganado terreno para secar los escritos, llegando a ser un elemento indispensable en todas las oficinas de abogados, notarias, bancos, escuelas, etc.
Tanto fue así, que muchísimas empresas aprovecharon esta circunstancia para utilizar una de las caras de este papel secante, para hacer publicidad de ellas o de los productos y marcas que fabricaban o distribuían.
Estos secantes con publicidad eran enviados a las oficinas de otras empresas con las que trabajaban, para regalar a los clientes de las diversas marcas; hay que pensar que la otra cara quedaba sin imprimir y se podía utilizar perfectamente para el secado de documentos, y dado que todos los escritos se realizaban a mano, era un producto muy barato que aseguraba la presencia del anunciante prácticamente en todos los lugares.
Lógicamente, en el mundo relacionado con la escritura, y más concretamente en las papelerías de todo el mundo, empezaron a aparecer secantes con publicidad de útiles de escritura, tintas, borratintas, gomas de borrar, etc., así como pegamentos, papeles de calco, lápices de colores, etc., dándose el caso que pocas veces un producto que llegó a ser tan imprescindible se consiguiera gratis, ya que eran montañas de secantes los que se enviaban a las papelerías y otros establecimientos para regalar, afín de lograr el tan deseado impacto publicitario.
Su uso fue decayendo con la incorporación al mercado de, las cada vez mejores, “plumas fuente”, o sea de las estilográficas tal como las conocemos hoy en día, que tenían un flujo de tinta regular, y por tanto el secado era prácticamente instantáneo (comparado con lo conocido hasta entonces, claro esta!).
Con la llegada del esferógrafo (bolígrafo es una marca comercial española, que por su uso acabó siendo tan cotidiana que lo usamos sin darnos cuenta), llegó también la agonía final de estos secantes publicitarios, que desaparecieron totalmente hacia finales de los años 1960, principios de 1970.
El Rey ha muerto?
No, desde luego que no. Hoy siguen estando de plena actualidad, no tanto por su uso como por su coleccionismo. Una forma de recuperar nuestra historia, de ver adelantos técnicos, medicinas, constructoras, pasando por bancos, fabricas de pimentón, pulimentos, y un largo, largísimo etc., etc., etc.